Biometría y viajes de negocios

Gracias a la biometría, el sector del control de fronteras se enriquece año tras año con tecnologías relevantes que garantizan la seguridad, facilitan la experiencia del pasajero y reducen drásticamente los tiempos de espera. Toda una suerte para los viajeros de negocios que pasan regularmente por la casilla aeropuerto. Pero estos nuevos sistemas no intrusivos también plantean la cuestión de los datos personales y su confidencialidad.     

La llegada de la biometría está transformando poco a poco "la experiencia del pasajero" en el aeropuerto, haciéndola más rápida, menos estresante y más segura. Lejos de la mera toma de huellas dactilares individuales que correspondía a la investigación policial, han ido apareciendo sistemas cada vez más eficaces y no invasivos. Así, hablamos actualmente de captura de iris, reconocimiento facial o de voz. Según la CNIL (Comisión Nacional de Informática y Libertades), la biometría se define como "el conjunto de técnicas informáticas utilizadas para identificar automáticamente a un individuo a partir de sus características físicas, biológicas e incluso conductuales".

Con 4 mil millones de pasajeros aéreos en 2017, es necesario saber con certeza quién cruza la frontera y determinar muy rápidamente si la persona está autorizada o no para hacerlo. Pero lo más sorprendente hoy en día es la velocidad de las fases de prueba. En 2015, Alaska Airlines lanzó una prueba basada en las huellas dactilares para tener acceso a las salas de reuniones de los aeropuertos y luego embarcar sin tener que presentar el pasaporte.

El aeropuerto de Schipol y la compañía KLM contemplan presentar a partir de 2018 un puesto específico que utilizará el reconocimiento facial para un "embarque biométrico". Air France también piensa lanzarse pronto en un proyecto de "selfie ID", que utilizaría la foto del viajero almacenada en su móvil, autenticada gracias a una asociación con el chip NFC de su pasaporte.     

Los viajeros de negocios, que están acostumbrados a los aeropuertos de todo el mundo y pasan varios controles al año, no pueden sino alegrarse de estos nuevos dispositivos "al vuelo", que ya no entorpecen su salida. ¿Están sin embargo dispuestos a entregar sus datos personales, ya sea a las autoridades, los transportistas o los aeropuertos, para agilizar y facilitar la tarea?
En cualquier caso, la mayoría parece esperar avances prometedores. El problema actual es si se debe conservar o no los datos utilizados. Cierto es que el almacenamiento y la protección de datos por parte de organismos oficiales y entidades privadas no tranquiliza a todo el mundo y sigue siendo actualmente un tema muy debatido.     

En cualquier caso, de ahora en adelante, los viajeros de negocios serán cada vez más autónomos gracias a la biometría tipo "autoservicio". Se encontrarán con terminales de facturación automática o puntos automatizados de entrega de equipaje: gracias a su pasaporte biométrico, podrán facturar ellos mismos y reducir el tiempo de espera.

En los aeropuertos del futuro, es muy probable que los pasajeros ya no vean instalaciones de seguridad. Sin embargo, ellos se moverán con total seguridad. Los viajeros de negocios ya no se sentirán estresados por los pesados controles y la biometría les permitirá ahorrar un tiempo valioso... que podrán pasar planeando sus próximos vuelos.